Se ha parado un instante a observar el panorama. Salió de las tinieblas y ahora solo veía luz. Luces por todos lados, tan hermosas e inalcanzables.
Se ha parado un instante, solo uno y no más. El tiempo para ella era algo sin importancia, pero tan necesario para su vida, que solo por eso se permitió un minuto.
¡Que minuto más bello!, edificios que parecían tocar el cielo, gente yendo de un lado al otro y las luces tan hermosas e inalcanzables.
Se pregunto quién había sido el demonio que las había creado, algo tan bello debía poder tocarse o simplemente sentirse, pero algo la turbo de sus pensamientos y se dio cuenta en donde estaba.
Los edificios que parecían tocar el cielo presagiaban la soledad del ser humano, que había nacido libre y que ahora el mismo se encierra en una parte de estos. La gente yendo de una lado al otro presagiaban la falta de rumbo, que aunque dudo que algún hombre en toda la humanidad supiera cual era su camino, descubrió que ahora ni la orientación le quedaba.
Lo único lindo fueron las luces, pero para su sorpresa ellas presagiaban la oscuridad que pasan todas las personas en algún momento de su vida, y para su desgracia descubrió que cuanto más brillaban, más oscuras eran las personas.
Ahora entendía porque no las podía tocar. Simplemente no las veía.
Esta fue la primera sorpresa que se encontró al llegar a la gran ciudad…
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