Cuando se entero de la verdad, no sabía cómo reaccionar. Noelia simplemente se quedo atónita.
Ella vivía con sus mama y sus bisabuelos, de los cuales, estos últimos, no podía llegar a entender. Eran tan distintos entre sí, que le resultaba imposible que pudieran estar juntos.
El que siempre le llamo la atención fue su bisabuelo, Manuel.
De aspecto tranquilo, muy sereno, se encontraba la mayor parte del tiempo en una habitación de su terraza, sentado con un libro al que nunca abría.
Un día, Noelia fue a la terraza a buscarlo para avisarle que ya estaba la comida. Fue en ese momento, cuando Manuel, con unos ojos celestes picaros y una tenue sonrisa, le dijo:
- Noli, ¿Esta aburrida?
Noelia se limito hacer un gesto con la cabeza en señal de afirmación.
- ¿Quiere que le cuente una historia de un hombre que lucho por sus ideas gritando a viva voz y que el mar se encargo de silenciar?
Ella no pudo evitar la tentación. Inmediatamente se sentó en el piso, a lo cual Manuel le dijo:
- Tiene que tomar más sopa. Su pelo es mas lago que usted, no vaya a ser que alguien la agarre y la encierre en una cajita de música pensando que es la bailarina.
De más esta decir que la historia le gusto mucho a Noelia. La bravura de aquel secretario de guerra, la había dejado en un estado de enamoramiento muy raro para la edad que tenia, hasta el punto de entender el dolor que sintió él por pensar que había fracaso en su intento. Pero esa no fue la única historia que le conto. Todos los días, cuando Noelia volvía del jardín, se iba con su bisabuelo a la terraza para que él le contara una historia.
Le conto de un hombre que fue abogado y que se tuvo que hacer cargo de un ejército, que para su desgracia, perdió la mayoría de las batallas debido a la inexperiencia del mismo; después de un gaucho, que con poco y nada, defendió las fronteras de los invasores; otra fue la de un hombre que con su barco y sus fieles tripulantes, fueron a distintos puntos del globo, para liberar a personas que estaban presas de unos gobiernos corruptos.
Día tras día, las historias endulzaban los oídos de la niña. Era como algo fantástico que le pasaba a la gente común, porque en realidad, lo mágico estaban que no tenían poderes, ni animales mitológicos o cosas por el estilo, lo único que tenían era su mente, sus pensamientos y sus ideales.
También lo que le parecía extraordinario a Noelia, era que a pesar de ser héroes, tenían defectos, debilidades y errores, algo que podía llegar a ponerlos en el pedestal más alto aunque no hayan sido del todo intachables.
Lo que siempre le llamo la atención, es que su bisabuelo tenía un libro en las manos, por lo cual suponía ella estaban dichas historias, pero que él nunca habría, aunque también le parecería más extraño aun si lo hubiera hecho, ya que Manuel estaba prácticamente ciego.
Un día, su bisabuela, Carmen, le dijo que no le podía contar las historias que tanto quería y que tampoco fuera a molestar a su bisabuelo que estaba enfermo. En compensación, le hizo su postre favorito, rosquitas de pan con azúcar. Pero esto no le alcanzo, así que cuando su bisabuela se distrajo, Noelia entro en la habitación de él para ver como estaba.
Manuel se encontraba dormido con una mano extendida, protegiendo aquel libro tan extraño. Noelia, al ver la situación, no lo dudo, saco la mano protectora y agarro el libro. Pensó que si su bisabuelo no podía contar historias, ella podía leerlas por sí sola, ya que era una habilidad que había practicado tanto con él como con su madre.
El libro indefenso estaba en manos de Noelia. Ella sentía que algo no andaba bien, pero eso no lo impidió abrirlo.
Fue así como ella se entero de una verdad que de momento la había decepcionado y luego de razonarlo, le dio un ápice de alegría.
El título del libro era “Historia de la Argentina 1810-1945”. No sabe que la impulso mirar a la cama y su bisabuelo la estaba observando.
- Sé que se estará preguntando porque le dije que todo eso no ocurrió, ni yo mismo lo entiendo. Pero lo que si se, es que me sentí bien al compartir con usted algo que a mí me gusta. Usted no sabe lo tormentoso que es que la gente no lo entienda a uno y que no lo escuchen.
Noelia simplemente lo miro. Dejo el libro al pie de la cama y se fue. Se sentó en la mesa, al lado de su bisabuela como era la costumbre, debido a que Carmen fue, al igual que Manuel, cabecera de mesa.
Carmen le sirvió la meriendo y Noelia solo la miraba. Cuando su bisabuela se sentó, le pregunto si le pasaba algo, a lo que la niña dijo:
- ¿Usted conoce la historia de un hombre que defendió sus ideas y que por eso, el mar lo silencio su voz para siempre?.
Espero criticas…… pero que sean constructivas.