Le ordenaron hacer un laberinto para encarcelar una bestia.
Esta estructura debía contener aquel monstruo, fuera como fuere, no debía salir bajo ningún motivo. Su condena estaba escrita, debía estar confinado a la soledad.
Mitad toro, mitad humano, así era la bestia. Mitad instinto, mitad razonamiento; mitad tempestad, mitad perseverancia; eso era en realidad el monstruo, ya que no puede guardar antinomias ningún ser vivo. Dédalo lo sabía y por eso hizo el laberinto, con muchos caminos engañosos y uno que conducía hacia él; pero no pudo olvidar esa mitad huma y es por eso que en el centro le construyo una morada y una torre que poseía un balcón, para que la bestia, conocida como Minotauro, pudiera ver luna y así hacer su existencia un poco más apacible.
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